Por su estabilidad política, por su enorme potencial económico, su situación geográfica, sus riquezas naturales y por otra serie de factores y variadas circunstancias, en la actualidad Brasil es indudablemente uno de los países más atractivos del mundo para los inversores extranjeros, y más aún para los latinoamericanos por la cercanía y la similitud idiomática.
Brasil tiene una población de casi 200 millones de habitantes, es el país con más extensión del cono sur americano, ocupa el sexto lugar en el ranking de las mayores economías del mundo, por delante de España y del Reino Unido, su PIB equivale a más de la tercera parte del total de América Latina, y se trata de un país económicamente estable, con una expectativa de crecimiento anual medio superior al 4% durante el próximo decenio.
Durante los últimos ocho años se han creado en Brasil más de 15 millones de nuevos puestos de trabajo y casi 30 millones de brasileños pasaron a formar parte de la clase media, cuya capacidad de consumo constituye el motor económico del país. Las exportaciones suponen menos del 10% del PIB brasileño, un dato que pone de manifiesto que el indudable éxito económico de Brasil reside en su mercado interno y que explica su relativa inmunidad a la crisis económica mundial.
Todo lo anterior, junto con la consistencia de políticas económicas y sociales acertadas, equilibradas e innovadoras, llevaron a que las agencias calificadoras de riesgo más importantes del mundo, como Fitch, Standard & Poor’s y Moody’s le concedieran el Investment Grade (grado de inversión) a Brasil, el país que por segundo año consecutivo ocupa el primer lugar del ranking A.T. Kearney Global Retail Development Index como el país en desarrollo más atractivo del mundo para los inversores.